Es la llave maestra,
Que deja goteando cada
grifo.
La señal de alerta, que
enfila
Mis pelos como erizo.
La chica a la que no
debí acercarme.
Ella, es mi más valiosa
perdición.
Tatúa su cuerpo, como
El que pinta un cuadro.
Y no le importan las
arrugas,
Ni el paso de los años.
En el pecho lleva una
estrella,
Por su nacimiento.
Y en la boca una mentira,
Porque las palabras se
las
Lleva el viento.
No, ella no quería
poesías
Ella amaba vivir, cada
Uno de sus días.
De la forma, más intensa.
Se volvió inesperada,
Tumbaba diablos con un
beso,
Y gigantes de una
guantada.
No se le podía hacer el
amor.
Ella, te violaba.
El filo de sus uñas
La carne arrancaba.
No exagero al decir que,
Algunos lloraban
Y no durmió con ninguno,
Salvo conmigo.
Aquel que nunca la toco.
Aquel, al que llamo
amigo.
Decía, que aquello la hacía
débil.
Que nunca entregaría su
alma
Al que le entregó su
cuerpo.
Y que solo yo perduraría
en el tiempo.
Solo yo, supe la verdad
De su espalda.
Que por las cadenas de
su
Padre fue torturada.
Que los cuervos de sus
Hombros. Son el alma de
Su madre en muerte
liberada
En los talones lleva,
las
Manos de la cordura.
Para que la aten a este
mundo.
Aquel que la maltrató, y
Le
Mostró del abismo lo más
profundo.
Juro que la amé, como a
Ninguna otra con la que
Hubiera yacido.
Hasta ese día.
El día, que las cadenas
Salieron de la cárcel,
los
Cuervos se convirtieron
En recuerdo, y la
cordura
Abandono sus talones.
Ese día, supe que
Ya había muerto.
Dicen que la encontraron
Tirada en el suelo.
En la mano pastillas,
Espuma en la boca y un
Cuerpo frío, como hielo.
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